Suspiria de profundis

“La facultad de soñar, aliada al misterio de la oscuridad, no se plantó en el cerebro para nada. Soñar es el gran tubo por el cual el hombre se comunica con su sombra”, escribe De Quincey en esta “segunda recaída”. Ya había superado la tiranía del opio dos veces y esta narración sería la de su tercer abandono. 

Los sueños, ¿no provienen en parte de la experiencia infantil? De esa infancia perdida que todos llevamos dentro. Esa relación entre los sueños y la infancia, De Quincey la explora gracias al opio, pero esos “sueños espléndidos” al final se dilatan hasta la más negra angustia. 

Lectura pausada, adelantada a su época, y su última obra, inacabada. Un reposado y pasmoso placer.